Ya son tres semanitas las que llevo por tierras nórdicas. Ha
sido fácil habituarse a la rutina de la biblioteca, y podría decir que también
al tiempo. Porque lo que hace la gente aquí para no pasar frío, es no salir a
la calle. Algo tan sencillo como quedarte en la habitación/salón/biblioteca
donde la calefacción está a tope y se puede ir hasta en manga corta, es la
solución para el frío. Ahora eso sí, si te toca cruzar al edificio de enfrente
ya te puedes abrigar bien porque sino esos 100 metros te congelas y puedes
hasta coger un resfriado.
Las semanas empiezan a ser monótonas, por ello empiezo a
buscar actividades para poder distraerme y encontrar un sitio donde poder disfrutar
del ambiente. El martes tuve mi primer examen de sueco. Aunque lo que creía iba
a ser un duro e intenso examen oral, finalmente lo hicimos en grupos pequeños y
la profesora iba revisando que supiésemos las preguntas más importantes para
presentarse a alguien y conocerle como por ejemplo ¿cómo te llamas?, ¿de dónde
vienes? y similares.
Durante esta semana también he aprovechado para empezar a
mirar por donde llevaré a mis huéspedes del próximo fin de semana, ya que
tendré que mirar una mínima ruta para cuando vengan. Por lo menos, ya tengo
pedidas las camas y una bici para que puedan dormir y poder movernos por aquí.
El jueves, ya que por la tarde no tenía nada que hacer,
decido ir a probar a jugar a básquet. En el pabellón que hay, la gente puede
apuntarse a jugar partidos amistosos. No sé qué nivel habrá, pero teniendo en
cuenta que se puede apuntar cualquiera, a lo mejor es gente que no ha jugado a
baloncesto en la vida, así que será mejor probar primero antes de dejarme el
dinero en unos partidos que a lo mejor no acabo haciendo casi deporte. Y que
pasa cuando uno no es suficientemente humilde, pues que se la pega. Efectivamente,
esta gente no lleva solo un par de años jugando. Se saben mover y tienen buena técnica
de tiro. La semana que viene me apuntaré, será una pequeña obligación para como
mínimo hacer deporte durante estos meses por Suecia.
El viernes por la tarde, veo un mensaje en el grupo de
españoles de Facebook: “Esta noche fiesta en mi corridor, obligatorio disfraz”.
No tengo nada. Solo una peluca blanca. Miro por internet y pregunto alguna idea
para disfrazarme. A mí que no me acaba de gustar mucho esto de disfrazarme a no
ser que sea realmente divertido, me proponen uno que va a medida: “Nudista en
paro”. Realmente sublime. Cuando llegamos a la discoteca del centro, tememos
que por los disfraces no nos dejen pasar, pero no ponen ningún problema. A las
3h, hora que cierran aquí las discotecas, para casa y a descansar.
Y me va perfecto, porque aprovecho la mañana del sábado para
conocer el centro de Linköping y hacer una pre-visita por donde llevar a mis
invitados. La catedral es enorme y hay un castillo que tiene mucho que desear a
los hispanos. Finalmente, ya de vuelta a comer, paso por Gamla, un pueblecito
con tiendas de artesanías recreando un pueblecito sueco antiguo.
El domingo, como hizo Dios, toca descansar. Descansar y
cocinar, ya que aprovecho para hacerme varias comidas para la semana. Como encontré
carne de cerdo en oferta, me compré un taco de casi un kilo, y me lo preparo
marinado y rebozado. Como aquí no tienen carne rebozada ni canelones ni
similares, me tocará aprender a hacerlos. Mientras hablo con mi familia de
Alicante, cae una buena nevada, lo que deja unas vistas preciosas por Ryd. Por la
tarde tengo cena en el corridor de Cristina, donde nos acompañan sus compañeros
de Japón, Uganda y dos chicos suecos.
Ha sido una buena semana, y tras establecer la rutina,
parece que puedo empezar a disfrutar de la estancia. Si sigue nevando, los
fines de semana los aprovecharé para fotografía. Hay paisajes preciosos y no
puedo desaprovecharlos.
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