El jueves es el día de los trineos. Primero toca trineo de
huskys, a primera hora de la mañana. Supongo que nos llevaran a 3 o 4 por trineo,
como se ve por la tele. Pero no, iremos 2 por trineo, y uno de nosotros lo irá
llevando. A pesar de que “llevarlo” es un decir, porque realmente los perros ya
se saben el camino, lo único que hacemos es ir acelerando y frenando según
vamos creyendo. Volvemos a la cabaña para preparar la comida. Hoy tocan pizzas,
y como no tenemos horno, que mejor que hacerlas a la barbacoa. El problema es
que sale llama, y cuando consigo hacer brasa, este tipo de madera no la aguanta
mucho. Así que las hacemos como podemos, y las últimas tardan bastante en
hacerse. Después de comer, mientras el resto hace algo de siesta, aprovecho
para hacer una sauna y salir a revolcarme por la nieve. No es lo mismo que el
ártico, pero no está nada mal. Cuando se despiertan, vamos a dar un paseo por
el centro. Por la noche, tenemos una ruta hasta arriba de la colina intentando
ver auroras. El problema es que hoy está nublado y no se ve nada. Una vez
arriba, y aprovechando que en Saariselkä está la pista de trineos más larga de
Europa, aprovechamos y bajamos en trineo. Bajar con un solo es un gran
problema, y más si te embisten por detrás. No sé quién ha sido, pero el último
día descubriré que era Russ, un chico australiano. Al llegar abajo, entramos a
una cabaña estilo sami donde, rodeados por un fuego, hacemos unas salchichas
para cenar. Las casas típicas samis tienen en el centro un fuego, y alrededor
suelen vivir dos familias. Cuando ya empieza a hacerse tarde, volvemos a la
cabaña a descansar, no sin antes hacer la tradicional sauna nocturna.
En nuestro penúltimo día en Laponia, no tenemos nada
programado hasta por la tarde, así que habrá que aprovechar la mañana. Y qué
mejor que bajar en trineo por la pista más larga de Europa. Tras dos bajadas y
encontrarme abajo con mis compañeros de cabaña, pasamos por el centro a comprar
algo de comida. Tras comer, vamos a una granja de renos, donde nos explican las
tradiciones samis después de un pequeño paseo en reno, aunque digamos que no
fue a máxima velocidad. Por la noche, antes del karaoke, subimos a la colina a
ver las auroras. Es la última noche, y aparecen para despedirnos. Realmente son
preciosas. Vamos al karaoke, donde nuestra cabaña bailamos la Macarena, baile
que todo el mundo se sabe. Cuando se hacen las 3, volvemos a la cabaña a hacer
la última sauna de la temporada lapona y a descansar un poco.
Nuestro último día en Laponia, lo aprovechamos para hacer
las maletas y recoger las cabañas. Tras devolver la llave y limpiar un poco,
cogemos el bus hasta el centro de la ciudad, donde tenemos tiempo para ir a
comer. Como será el último día que tengamos la oportunidad, buscamos algo de
carne de reno. Finalmente, encontramos un bar de self-service que sirven un
plato de patatas, cebolla y carne picada de reno. La carne tiene un sabor algo
fuerte, pero está bastante buena. Hacemos la típica foto de grupo, y volvemos
al autobús. Nos espera un duro viaje en autobús.
Tras algunos pequeños inconvenientes con el autobús, paramos
en un área de servicio, donde nos toca esperar 2 horas a que llegue un nuevo
autobús. Finalmente, acaban arreglando el autobús, y podemos llegar a tiempo al
aeropuerto, desde el cuál volveré a Norrköping, después de un maravilloso viaje
a Laponia. Espero poder seguir haciendo viajes así, de los que valen la pena.
Ya puedo marcar dos países más en mi mapa: Finlandia y Noruega.
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