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Aventura en Laponia I

Me despierto a las 5.30h para poder coger el autobús de la universidad hacia Norrköping, que sale a las 6.50h. Cargado con la maleta y andando, tardo más de los 5 minutos habituales que suele llevarme ir en bici. Una vez llegado a la ciudad, cojo un autobús hasta el aeropuerto, donde me toca esperar una hora a que abran el check-in. En este aeropuerto tan pequeño, suelen haber 2 o 3 vuelos diarios como mucho. Subimos unas diez personas al avión, un avión que va con hélices y que sobran más de la mitad de butacas. En una horita y cuarto, llego a Helsinki.


Llegado a Helsinki tengo todo el día de visita. Desde el aeropuerto, cojo un autobús que me lleve al centro, donde llego a la Estación Central donde busco la consigna para dejar la maleta. Allí que encuentro a Guillem y a sus amigos, con los que hacemos la ruta por Helsinki. A pesar de equivocarme en la dirección inicialmente, conseguimos hacer la ruta con normalidad, pasando por la Catedral de Helsinki, la Catedral de Upskenski, paseando por el puerto y acabando por la Iglesia subterránea. Como todavía tenemos algo de tiempo, aprovechamos para ir al Estadio Olímpico que se parece bastante al Camp Nou, y subimos a la torre mirador desde donde podemos ver toda la ciudad. Cuando ya se hace de noche, volvemos hacia la estación central, desde donde cogemos el bus hacia Laponia.

Me despierto mientras Guillem intenta sacar algo de mi mochila. Saca la cámara para hacer fotos de la puesta de sol. Nuestra primera parada es un Zoo, donde podemos pasear y ver los animales típicos de la zona. Teóricamente deberíamos ir a un Hotel de Hielo, pero como ha hecho tan buen tiempo, se ha deshecho y está cerrado. Tras un par de horas más, seguimos hasta Santa Claus Village. Uno sigue teniendo la ilusión de un niño, y a pesar de saber que estaría pensado en ganar dinero, es una decepción. No hay magia, ni alegría, ni sonrisas. Papá Noel te saluda como si nada, y la ambientación es más bien mala. Nada que comentar que por la foto te piden entre 25€ y 49€. El único sitio que vale la pena, y si vais no os podéis perder, es el Correo Postal de Santa Claus, que está muy bien decorado y las chicas que te atienden son amables y rebosan felicidad. Por la tarde, paramos en un súper para hacer la compra de toda la semana. Finalmente, cuando ya es de noche, llegamos a Saariselkä. Cuando empezamos a descargar y sacar las maletas, salgo a mirar las estrellas. Entonces aparece, se vislumbra ante mí, allí está. Una aurora boreal. Parece mentira que la naturaleza pueda hacer cosas tan bonitas. Subimos a la colina para verlas mejor. Cuando intentamos llegar arriba ya han desaparecido. Bajando, nos perdemos y tenemos que preguntar en una casa por donde seguir. Finalmente, encontramos el camino y llegamos a casa a cenar.


El tercer día del viaje toca un viaje hasta el ártico noruego, hasta la ciudad de Bugoynes, para poner a prueba la teoría de la relatividad de Einstein. Nos ponemos el bañador, y entramos a la sauna. Cuando hace el suficiente calor y el cuerpo está casi ardiendo, salimos hacia la nieve en dirección al mar. Tras correr unos cuantos metros, ya que la playa no está cerca, llego al mar. Chapuzón sin meter la cabeza, y para fuera, ya que no da tiempo para mucho más. La primera vez la cabeza me da un pequeño vuelco, así que corriendo a la sauna. Aunque a mitad de camino uno se aclimata y puedo seguir andando en bañador por en medio de la nieve, sin tener frío. Tras 4 baños, nos cambiamos y vamos a comer una sopita caliente de salmón, que es lo que mejor va para el frío. Tenemos una horita libres después para ir a probar el queso marrón típico de la zona. Ya por la tarde, volvemos en autobús hacia Finlandia y paramos sobre un río helado para hacer algunas fotos y en una tienda de souvenirs para comprar regalos. Hoy no se ven auroras en el cielo, pero las estrellas no dejan nada que desear. Ya me gustaría poder disfrutar de un cielo así cada noche.


Continuará...


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