Una terracita al lado de la costa, el sol empieza a
calentar, empieza a hacer calor estos días. En la mesa unas olivitas partidas,
unas almendras recién tostadas y el maní sacado del horno. La camarera saca un
plato de morro frito. Creo que después de la cervecita me iré a pegar un baño. Y
entonces me despierto.
Ya son casi 3 meses los que llevo aquí, y mientras en las
redes sociales uno no para de ver fotos de la playa, de los primeros baños y
del calorcito, por aquí algunos tenemos que seguir con el proyecto. El tiempo
ha mejorado, e incluso se llega a 23º algunos días, pero el problema es que puede
girarse en un momento y empezar a llover, por lo que las bermudas todavía es
arriesgado ponérselas. Siempre hay que salir con una sudadera por si acaso, o
incluso un pequeño chubasquero o paraguas.
Los temas de conversación de esta semana empiezan a ser
sobre fechas, sobretodo fechas de regreso. El curso académico está a punto de
acabar y tras los exámenes todo el mundo quiere disfrutar del calorcito y el
buen tiempo, así que lo mejor es volver a casa, a disfrutar de la comida de la
mamá y del solecito y la playa.
El jueves comimos en casa de Karen, que nos preparó comida
típica de Bolivia. Nos ha preparado una lasaña de quinua, que es una especie de
semilla dulce que con tomate y la pasta queda buenísima. También pollo
campestre y arroz, mucho arroz. De postre, como no, arroz con leche. Sebastian también
han traído semla y bollos de canela. Es la primera vez que tomo unos bien
hechos, así que me tocará probar hacerlos la próxima vez.
El fin de semana, hacemos otra cena multicultural, mezclando
el japonés y el mediterráneo. Mina nos prepara unas pizzas japonesas, que son a
base de col cortada a tiritas, rebozadas con agua y harina, y fritas en forma
de tortita. Luego se le añade beicon frito y un poco de soja. Por mi parte
preparamos escalibada y empanada gallega, que tiene un gran éxito. Lo mejor es
que es realmente sencillo hacerla. Para acabar,
y haciendo honor a nuestras tapas, que mejor que unas minihamburguesitas con
queso y cebolla crujiente.
Cada vez queda menos, así que toca aprovechar cada minuto
del día.
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