El tiempo en Suecia es algo inestable, y tan pronto puede
hacer un sol radiante, como llover, como volver a hacer sol, como diluviar. Y es
que si uno ha quedado para hacer una barbacoa y juegos al aire libre, aunque
caiga un agua de mil demonios un cuarto de hora antes, aquello sigue en pie, y
es que al final, “todos los días sale el sol” (bueno, tampoco exageremos, pero
ahora en primavera parece que casi, porque lo que fue los primeros meses…).
La reunión semanal del proyecto era un punto clave, no por
el avance, sino por fijar la fecha de la siguiente. Pocas razones me quedan
para decirle al tutor que estoy viajando, así que habrá que intentar poner la
reunión en martes para evitar tener que comentarlo. Gracias a nuestra amiga la
dialéctica y omisión de información, se acaba concertando la siguiente reunión
para el lunes próximo a las 9.15h, así que me tocará madrugar más de lo debido.
Y finalmente, cuando ya se aproxima el fin de semana (aquí
de Erasmus, apurando un poco el fin de semana lo empezamos el jueves), parto
rumbo al sur, a conocer las tierras danesas, o por lo menos su capital
Copenhague. Tras cruzar el puente que separa ambos países, empiezo mi tercera
decena en cuanto a países visitados se refiere. Tras dejar el equipaje en el
hotel, me dirijo a dar un paseo por la ciudad a mi aire, antes de ir al Free
Walking Tour que empieza a las 2pm en la plaza del Ayuntamiento. En una página
de internet sobre qué visitar en un día, me recomiendan ir a ver Christiania,
donde “verás lo que no se ve alrededor de Europa, y cuyas imágenes quedarán
estampadas en tu memoria”. Nunca había oído hablar de este barrio, pero habrá
que conocerlo si tan famoso es. La entrada es un edificio casi en ruinas,
aguantado por varios andamios que sujetan la fachada. La suciedad impera por
estas zonas y un olor un tanto especial me llega desde casi todas partes. Cuando
me quiero dar cuenta, estoy rodeados de gente fumando porros, pero no los
porrillos que se venden en los coffee shops de Ámsterdam, aquellos son una
broma comparado con lo que hay aquí. Seguridad no es lo que uno siente cuando
pasea por estas calles, pero a pesar de eso me gusta adentrarme en el barrio
verde. A la entrada, marca las tres únicas normas que hay en esta zona:
-Have fun
-Don’t run
-No photo
Será mejor guardar la cámara de fotos en la mochila. Aprovechando
que es medio dia, que mejor que tomarme un buen bocata, pero no de los de Ted y
Marshall, sino de los que traigo preparados de casa. Al mediodía, y tras pasar
por la mayor tienda de juguetes danesa, Lego, me uno al free tour donde nos
enseñan los monumentos más importantes de la ciudad. Pese a ello, se dejan la
sirenita, que por suerte no está mucho más lejos de donde acaba el recorrido.
Hoy es la final de la copa danesa, y como buena final entre
los dos grandes equipos del país, e imaginándome el ambiente de España, espero
los bares llenos, todas las mesas reservadas, y dificultades para encontrar un
hueco donde poder verlo. Nada más alejado de la realidad, los bares están
llenos, sí, pero las televisiones están apagadas, a nadie parece importarle el
partido. Tras casi una hora buscando un bar donde poder verlo, consigo
encontrarlo cuando marca el minuto 40 de la primera parte. Ya sufría por no
poder disfrutar de una Carlsberg mientras veía la final.
Para seguir con el viaje, vuelvo a Suecia para ver a Guillem
y disfrutar del Lundakarnevallen, un Carnaval que se celebra cada cuatro años
en la ciudad. Cargados con las mochilas, llegamos justo para la inauguración,
que la vemos junto con Imke, mi compañera de cabaña en Laponia, y Sonia, la
chica que me dejará el colchón para poder dormir cómodo por las noches. La presentación
es en sueco, así que toca practicar para el examen del lunes, que voy algo pez.
Entiendo palabras sueltas, pero seamos realistas, si tuviera que traducir, na’
de na’. Por la tarde, tras un partidito de vóley con Dani, otro de los chicos
que conocí en Laponia, Rubén y Mari Cruz, que se dedica a cuidar de abejas pero
no le dan miel (tendría que planteárselo, porque podría sacarse el Erasmus
vendiendo miel), vamos a casa de Santiago a cenar y acabar los disfraces. Allí conozco
al resto de españoles. Lo más sorprendente, es que Laura me saluda diciendo “¿tú
eres el famoso Pablo?”. Parece que mi blog llega hasta el sur de Suecia, así
que tendré que tener cuidado con lo que publico. Además, recibo presiones, como
otras veces, para aparecer en él. Los disfraces no se acaban, y los tenemos que
terminar la mañana siguiente. Parece que el único cumplidor con la hora es
Jorge, que ha llegado el primero y ya tiene su pacman casi hecho. Acabamos los
fantasmas y bajamos a la calle. No hay nadie disfrazado, así que todavía damos
más el cante. Cuando el desfile todavía no ha pasado, nos metemos por en medio
y corremos como si del juego se tratase: los fantasmas persiguiendo a los
pacman, que a su vez persiguen a los fantasmas azules. La gente empieza a
aplaudir y gritarnos mientras corremos. Buscamos donde ver el desfile, que es
una especie de retreta, un carnaval crítica sobre la sociedad o algunos
aspectos sociales como sanidad, homosexualidad en Rusia, etc. Si realmente han
estado preparando esto durante 4 años, mucho no se lo han currado. Creo que lo
hacen así para que la gente no se acuerde y solo les pille una vez en la época
universitaria, porque la entrada de 200kr al recinto no la vale, ya que una vez
dentro hay que pagar por casi todo, lo único gratuito son los conciertos.
El domingo, aprovechando que no hay ningún plan, vamos a
Malmö. Parece mentira cuánto puede llegar a influir la meteorología en la
percepción de una ciudad. La ciudad es bonita, pero al estar lloviendo, me
pierdo la vida y el calor de gente que podría haber si el tiempo acompañara. Tras
la famosa escultura de los músicos, damos un paseo por el castillo y volvemos a
la estación. Como Guillem tiene mono de japonés, comemos sushi con yakisoba y
pinchos de pollo. La verdad es que no está nada mal, y no ha sido realmente
caro.
De vuelta a Lund, me toca coger el tren hacia Linköping,
para volver a la rutina. El tren, que no es de la compañía SJ, es más antiguo
que algunos talgos, y los asientos están en compartimentos como si del Hogwarts
Express se tratara. La diferencia es que no hay grajeas de todos los sabores ni
ranas de chocolate. Aprovecho para repasar algo el sueco y ver alguna serie. Cuando
quiero ponerme a trabajar se me acaba la batería y el enchufe no funciona. Ole tú.
Cuando llego a Linköping, me toca ponerme a tope porque mañana tengo una
reunión importante con el tutor, y tendré que tener lista otra versión de la
aplicación.
Y la semana que viene, más y mejor, Polonia.
Y como regalito, el video de nuestra espectacular entrada en el Carnaval de Lund. Seguro que si hubieran pasado encuestas a la gente preguntando que era lo que más disfrutaron, "Pacman guys" hubiera salido primero con diferencia.
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