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Don't stop the holiday

En los tiempos que corren, se ha puesto de moda llamarle estrés, síndrome o trauma a casi todo. Hasta después de una época placentera como pueden ser unas merecidas vacaciones, luego uno tiene lo que ahora le gusta llamarle a algunos “estrés post-vacacional”. ¿Y cuál es la mejor forma de combatirlo? Seguir de vacaciones, así que tras la visita de un día en Helsinki y llegar a Estocolmo el martes, lo mejor que puedo hacer para combatir el tan peligroso estrés post-vacacional, decido quedarme un par de días aquí con David, y así poder ir a Valborg.

Valborg es la celebración de la madrugada del uno de Mayo, que se celebra alrededor del mundo de maneras diferentes. Para los alemanes, de donde es originario el nombre, es la noche de las brujas, mientras que para los suecos, que poco se mojan en esto de la fe y creencias, es la bienvenida a la primavera. ¿Primavera, a 1 de mayo? Sí, recordad que aquí, teóricamente hace frío, aunque llevamos unos días que la temperatura no baja de los 15 grados.

Así pues, aprovechando que sólo se celebra en Lund y Uppsala, aprovechamos para visitar también Uppsala. La clavada del tren hasta allí es importante, pero un día es un día. Por el río de la ciudad, hay carreras de barcos hechos por los propios “marineros”, y hay que son muy curiosos y divertidos como de Mario, minions, submarinos rusos… Como toda macro fiesta universitaria, siempre hay un sitio donde todo el mundo se reúne en una gran explanada o jardín, en este caso el de económicas de la ciudad. Lo más curioso, es ver a gente que se dedica a recoger latas, con bolsas enormes de basura, cada vez que alguno se acaba la cerveza o la bebida que lleva entre manos. Para los que no lo hayáis entendido, cada lata supone 1 corona (unos 0,11€), y en cada bolsa calculo que puede haber más de doscientas latas. Esto supone que en un día, se pudieran sacar nada más y nada menos que 22€, y sólo recogiendo latas. Por la tarde, al caer un poco de agua, los suecos se fueron como si se fueran a encoger, y eso que según dicen salen a la calle aunque llueva.

Por la noche, vamos a una fiesta a casa de una amiga de una amiga de David. Vamos por partes, David conoce a Natalia, que conoce a la chica sueca del piso. Lo más gracioso es cuando alguien te pregunta: “¿Y tú de quién eres amigo aquí?”. Y claro, se produce un dilema, porque a David no le conocen porque es su primera vez aquí, a Natalia la he conocido esta mañana y a la chica sueca la acabo de conocer, así que me inclino por jugármela por Natalia y que sea lo que Dios quiera. Lo más curioso de esta fiesta, es que mientras hablamos, sale el tema de la educación. Parece ser que si tu hijo se tira en medio del súper llorando y pataleando, lo que tienes que hacer como padre es intentar razonar con él, que se va a quedar sólo, que no habrá nadie para recogerlo, y que será peor para él. Siempre he pensado, que una buena colleja tiempo arregla estas situaciones.

Tras la fiesta, toca volver a casa de David, que vive a unos 80km de Estocolmo, en un pueblo denominado Norrtälje, aunque a mí me gusta llamarlo más Nortalia, algo así parecido a Invernalia porque parece que esté al otro lado del muro. Y nada más alejado de la realidad, porque tras dormir al entrar al bus de una hora de trayecto hasta allí, cuando me despierto está todo nevado. Que buena forma de dar la bienvenida a la primavera.

El jueves tocaba ya volver a casa y seguir con el proyecto, que va avanzando poco a poco, y espero dentro de poco empezar a redactar simultáneamente, ya que sino lo tendré todo acumulado para el final.
El sábado intenté ir a una peluquería a eso de las cuatro de la tarde, con eso de que aquí suelen cerrar a las seis y esas cosas, pero parece ser que el horario de estos establecimientos es incluso más corto que el de los bancos en España, de lunes a viernes de diez a seis, y gracias. Así que me tocará volver el lunes. Veremos que apaño me hacen…






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