La rumba ha sido desde pequeño, el estilo de música que
siempre me ha gustado escuchar en mis ratos libres, o cuando juego o programo
en el ordenador. Pero cuando entran en juego terceros, y en este caso mis
padres, la música ambiente cambia a música clásica. Lo mismo pasa con los
tempos durante los viajes. Planear un viaje con amigos consiste básicamente en
poder ver toda la ciudad en el menor tiempo posible, aprovechando al máximo y
disfrutando todo lo que se pueda de la ciudad. El tempo familiar es algo más
relajado, con lujos que uno no se permite durante los viajes estudiantiles como
tomar un cafelito a media mañana, comer en un Restaurante, tomar una pastita a
media tarde… ya sabéis, lo que no estamos acostumbrados los jóvenes.
Y es que tras despedir a Anna Lisa y hacer una cena para
despedirme a mí, o mejor dicho yo al resto ya que yo volveré a Linköping, el
miércoles llegaban mis padres, pero vayamos por pasos. El lunes se fue Anna
Lisa, que tras despedirla en la parada, aproveché para ir a IKEA y al Maxi para
hacer la que será mi última compra estudiantil. Y el martes hicimos una cena
aprovechando que me iba al día siguiente, donde Jae Woung y Emma trajeron
platos típicos de sus países. Yo como no podía fallar, hice una tortillita de
patatas. Karen y Cris hicieron una especie de hojaldre de espinacas, algo que
se inventaron sobre la marcha. Fue una gran noche, quien sabe si podremos
volver a reunirnos todos alrededor de la misma mesa otra vez.
El miércoles por la mañana cogí un tren temprano para ir a
Estocolmo, donde recogí a mis padres de la estación. Parece que el concepto de
Iniciar sesión en una red Wifi no lo tienen claro, y no me avisaron por
Whatsapp que habían llegado ya que no llegaron a tener conexión, pero tras
esperar un rato nos volvimos a encontrar. Ahora me tocaba hacer a mí de guía,
porque otra cosa no, pero la capital sueca digamos que me la conozco bastante. Toca
visitar Gamla Stan, así que damos un paseo por el barrio con su pertinente
parada para probar los dulces suecos como el kanelbulle (pastelito de canela). Damos
un paseo por la calle de souvenirs y por la tarde vamos al mirador de
Sodermalm. Es curioso, que aquí la puesta de sol se ve de lado. Me explico. Al estar
tan al norte, mientras el sol baja se va viendo un desplazamiento lateral que
es fascinante. Este mirador vale la pena para los que vengáis a ver Estocolmo.
El jueves lo dedicamos a los museos. Empezando por Skansen
que es una especie de pueblo español sueco, donde se recrean las diferentes
zonas suecas como poblados sami y similares. Es curioso, pero bastante guiri. La
entrada no es muy cara, así que si tenéis tiempo vale la pena. A la salida
pasamos por Grona Lund, el parque de atracciones que hay, y la entrada al Museo
de ABBA donde nos hacemos las fotos típicas. Ya para acabar el día, entramos al
espectacular museo del Vasa donde me toca hacer de intérprete particular para
mi madre, ya que no hay nada en castellano, ni el video ni la visita guiada por
el museo.
El viernes cogemos el crucero para llegar hasta Helsinki, un
ferry que por 49€ incluye ida y vuelta pero solo haremos ida, ya que de esta
forma salía más barato. Mis padres me preguntan mil veces si nos tocará remar,
ya que por ese precio no se fían mucho, pero finalmente, cuando llegamos a la
habitación que tiene hasta ventana. Si ya es impresionante ver en Linköping que no llega a oscurecer por la noche, verlo con el mar como horizonte es espectacular, parece que el cielo esté en llamas.
Helsinki es una ciudad que no tiene mucho para ver, y con un
día te sobra. Para rellenar y ver más cosas, además de ir con el ritmo relajado
con el que suelen ir mis padres, vamos a la fortaleza que hay en un pequeño
archipiélago al sur de la ciudad. Para acabar el domingo, damos un paseo en
bici viendo las dos catedrales de la ciudad, el puerto y el mercado pesquero,
donde paramos a comer pescadito frito y de más.
Hacer de guía bajo estas condiciones no es tan duro,
sabiendo que a media mañana toca paradita para una cervecita y que se comerá en
un restaurante y no bocatas como en mis últimos viajes. Pero a partir de mañana
ya no me toca a mí. Mañana tocará pisar mi país número 32, Estonia.
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